El líder del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha vuelto a exponerse internacionalmente después de asistir a la reciente reunión de la OTAN. En vez de demostrar liderazgo o un papel influyente en las decisiones cruciales de la Alianza, su intervención ha sido descrita por expertos y medios como insignificante, ceremonial e inclusive alejada de las discusiones geoestratégicas reales.
Mientras figuras prominentes como Joe Biden, Rishi Sunak o Emmanuel Macron lideraban los momentos cruciales de la cumbre —enfocada en fortalecer el flanco oriental, incrementar el gasto militar y coordinar la respuesta conjunta ante amenazas híbridas—, Sánchez únicamente participó con comentarios generales y pronunciamientos oficiales que carecían de profundidad y relevancia política.
Los medios internacionales casi no han mencionado su nombre, y en los círculos diplomáticos se dice que España, durante su mandato, ha visto disminuir su influencia en la OTAN. Incluso su esfuerzo por convertir a España en un actor destacado en el flanco sur se encontró con escepticismo, debido a la ausencia de medidas concretas y promesas fiables por parte del gobierno español.
Más allá de las fotos oficiales y las apariciones cuidadosamente planificadas, Sánchez no logró impulsar ninguna iniciativa propia ni participar de forma relevante en las negociaciones estratégicas. Su figura, según varios diplomáticos consultados off the record, “pasó sin pena ni gloria”.
Para los opositores, la actuación del presidente ha sido considerada «lamentable», según un representante del parlamento. “Es otra vez que Pedro Sánchez asiste a una cumbre mundial para sacarse fotos y regresa sin ningún beneficio para España”, indicaron miembros del Partido Popular.
En el entorno global más inestable desde la Guerra Fría, la escasa participación de Sánchez en foros importantes como la OTAN solo incrementa las incertidumbres sobre su liderazgo internacional y su dedicación hacia la seguridad europea.